Anahí Flores recomienda Laguna y Juntas

Cuando La Vaca Mariposa me preguntó por las vacaciones y, acto seguido, por una lectura para recomendar, me dieron muchas ganas de hablar de vacaciones y libros, sí, pero también de las sincronías que a veces surgen sin que uno las busque.

Hace dos años, viajamos con mi hija y el padre a una comunidad vegana que hay en las playas de Bahía (Brasil). El lugar es de acceso complicado (varios kilómetros por un camino de arena difícil de encontrar y que, cuando llueve, se inunda volviendo el lugar inaccesible). Llevé varios libros, sobre todo porque íbamos a pasar un mes en esa playa. Uno de los libros que cargué en mi valija lo elegí porque me gustaba mucho la tapa y por ser de Bajo la Luna, una editorial que tiene un catálogo de narrativa con el que me identifico. Eso era todo lo que sabía de la novela Laguna, de Vanina Colagiovanni.

A los pocos días de estar en aquel lugar, empecé a sentirme un sapo de otro pozo. Todo, desde los bichos selváticos hasta la gente del lugar, me parecía cubierto por un velo extraño. Como corrido de eje. En ese clima empecé a leer la novela. En ella, una chica llegaba a una comunidad apartada, en las sierras. La chica se quedaba pero, al mismo tiempo, veía los ritmos y comportamientos de la comunidad como algo que le era ajeno. Dudaba de poder integrarse. Devoré el libro porque sentía que, en aquel lugar, sólo Vanina Colagiovanni me entendía.

Hace un año me fui con mi hija al sur en lo que fueron nuestras primeras vacaciones juntas y solas. Una vez más, llevé varios libros en la valija. Entre ellos, puse Juntas, de Romina Freschi (editado por Alto Pogo). Me lo había recomendado Silvia Hopenhayn y eso era suficiente para mí. Llegamos a las montañas y a los pocos días abrí el libro. Me encontré con un conjunto de poemas (o un poema largo dividido en partes) en el que una madre le habla a la hija durante sus primeras vacaciones juntas y solas… En el caso de ellas era un viaje a la playa, pero hasta esa inversión tenía sentido: el año anterior yo había ido a la playa con un libro que ocurría en las sierras, era lógico que ahora, en las montañas, el libro transcurriera junto al mar.

La maraña de sensaciones que Romina Freschi expone en sus poemas, yo la reconocía muy bien. Sentí, al leerlo, que el libro que había elegido me acompañaba en un momento clave y que la elección, una vez más, no había sido casualidad.

Este año resulté menos intuitiva. Me llevé, nuevamente al sur, un grupo de libros, pero de todos conocía el argumento. No dejé espacio para este tipo de coincidencias. No sé por qué lo hice, por qué no me dejé llevar por esa especie de oráculo espontáneo y libresco.

Por suerte, la semana que viene viajo otra vez. Tal vez pueda refrescar la intuición y agarrar un libro al azar; o mejor: creer que es al azar y dejar que otra fuerza elija, por mí, mi próxima lectura.

 

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Anahí Flores (Buenos Aires, 1977) se dedica a escribir y dar talleres de escritura creativa. Sus libros publicados son: Ciertas horas de la primavera (La carretilla roja, 2017), Se durmió y otros poemas (Bajo la Luna, 2015, gracias al tercer premio del Fondo Nacional de las Artes), Todo lo que Roberta quiere (Textos Intrusos, 2013), Catalinas Sur (Eloísa Cartonera, 2012) y Limericks cariocas (Caki Books Editora, Río de Janeiro, 2011). Publicó cuentos en diferentes revistas y antologías, dos plaqueta de poesía y seis libros de filosfía del Yoga. En marzo de este año, estará disponible su nuevo libro de cuentos: Criaturas (Alto Pogo, 2018).

 

#lecturasdeverano es una serie de recomendaciones sobre libros para leer durante las vacaciones. Los escritores responden a dos preguntas: 1. ¿A qué lugar te gustaría ir/ fuiste/ irás en este verano? y 2.¿Cuál libro recomiendas para leer?… Las respuestas son publicadas durante enero y febrero en esta web.

 

 

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