Alexander Theroux
Traducción de Ariel Dilon
352 páginas
$480
Cálido, terroso, el naranja es el color de los fuegos del alba, de Van Gogh, de los cangrejos, del salmón ahumado, de Belle, la prostituta de la película Lo que el viento se llevó.
El púrpura significa majestad y soberanía para los aztecas; en Japón, señala riqueza; es el color de nuestro corazón, de las manchas de vino tinto sobre una tela blanca.
El verde es la mecha de la naturaleza, el color que visten muchos personajes de las obras de Dickens, de la Estatua de la Libertad y de los uniformes militares.
Después de Los colores primarios, Alexander Theroux continúa explorando a través de la pintura, la música, la religión, el cine, la comida, el deporte, las innumerables facetas de cada color secundario. Su rasgo estilístico por excelencia consiste en no anteponer a todo el mismo recurso, sino instilar, en la delicadeza de un giro gramatical o sintáctico, grados extremos de singularidad y diferencia. Como si se tratara de un juego acústico, hay algo de Thoreau en Theroux. En la elección de fulgores, en el individualismo flagrante, en la afición de libertad.
Alexander Theroux nació en Massachusetts, Estados Unidos, en 1939. Ha enseñado en Harvard, en el MIT y en la Universidad de Virginia, donde obtuvo su doctorado en 1968. Es el autor de novelas admirables: Three Wogs (1972), Darconville’s Cat (1981), An Adultery (1987), Laura Warholic or, The sexual intellectual (2007) y de libros de viajes, ensayos y poesía.
La Bestia Equilátera / Buenos Aires