Claudia Sobico
Novela, 2015
$350
Mi suegro sabe contar de sus años en Grafa. Como ayudante, su trabajo consistía en vigilar el trabajo de una máquina enorme que sacaba los rollos de tela. Él y sus compañeros de turno aprovechaban las horas muertas de la vigilancia para contarse chistes, hablar de sus familias, de otras mujeres, echarse a dormir una siesta o hacer un asado los viernes a la noche. En su recuerdo idealizado la fábrica es sinónimo de camaradería y ascenso social.
La novela La Grafa podría encarnar el lado áspero de ese recuerdo. Acá, la fábrica se vuelve un lugar atravesado de tensiones, trampas y hostilidades. Bastante parecido a la propia casa. Pero la que habla es una nena, la hija del obrero, ella cuenta los fragmentos que le llegan de esos dos universos, el fabril y el familiar, donde el dinero se cruza con los sentimientos y la política de la calle con lo doméstico.
Si en la infancia los padres son los dioses, las tías y los tíos vendrían a ser divinidades menores, mitológicas, a las que veneramos o tememos. En La Grafa, los tíos varones son ovejas descarriadas: locos, alcohólicos, vagos, charlatanes. Mientras sus esposas crían hijos, viajan, trabajan, mantienen la cordura. El clan familiar parece un barquito surcando las aguas tumultuosas de la vida y de la historia. Una nave precaria donde salvarse o naufragar.
Con una escritura que nunca se aparta de lo que quiere contar, fiel al secreto y a la belleza de lo cotidiano, Claudia Sobico vuelve al mundo de la infancia con el mismo propósito con el que quizás volvemos todos, poner algunas cosas en orden para ver lo importante y lo duradero.
– Alejandra Zina
Alto Pogo / Buenos Aires