Una niña muda, inteligente y audaz. Un padre violinista que trabaja redactando epitafios. Una vida de pequeñas felicidades, amor y juegos. Una madre desaparecida. Un gobierno totalitario e invisible. Una pareja de ancianos titiriteros. Un misterioso teatro de marionetas, donde termina de cobrar forma la historia que el narrador de esta novela no quiere contar.
Estos pocos elementos le alcanzan a Jesse Ball para ofrecernos una novela profundamente conmovedora, escrita con la convicción de un escritor clásico y con la ambición experimental de la juventud. Ball tiene el don de causar la inquietud que provocan los relatos de Kafka, su maestro, la capacidad de asombrar de Murakami y la ternura que solo se encuentra en los personajes de las películas de Miyazaki. Toque de queda es una fábula luminosa sobre los puntos de contacto entre la memoria individual y la historia colectiva, sobre las estrategias para ser feliz en tiempos adversos y sobre la ficción como el mejor y el más íntimo de los refugios.
Antes de leer Toque de queda, ya había mirado críticas y entrevistas a Jesse Ball, “la promesa de la nueva literatura norteamericana”. El chico que escribió la novela de una sentada no dejaba de aparecer en diarios y redes sociales. Toque de queda se mostraba como una revelación que había que leer, sumada a la hermosa presentación de la editorial La bestia equilátera. La misma tarde que llegó a mis manos, la leí completa. Una historia sobre una niña muda y su padre, la relación de ambos, la relación de ambos con el mundo, y ese mundo irracional lleno de misterios y crueldades donde se desarrolla la trama… Seguir leyendo en #Librosycocina: Toque de queda
La Bestia Equilátera
Buenos Aires